LA CRONODISRUPCIÓN COMO FACTOR PREDISPONENTE PARA EL DESARROLLO DE LA OBESIDAD
Vivimos en una sociedad en la que la obesidad y el sobrepeso es un
problema cada vez más frecuente, debido al estilo de vida que llevamos. Estos
problemas se relacionan con otros, como la diabetes tipo 2 o enfermedades
cardiovasculares. Se ha visto que una alteración en los ritmos circadianos,
dietas ricas en calorías, sedentarismo, falta de sueño y el estrés oxidativo,
entre otros, tienen mucha relación con una alta probabilidad de sufrir obesidad
en el futuro (Zitting et al 2018)(Szewczyk-Golec, Woźniak, and Reiter 2015). Los ritmos circadianos endógenos, son controlados por el
marcapasos circadiano central en el núcleo supraquiasmático del hipotálamo,
ayudando a sincronizar los relojes moleculares en las células y tejidos
periféricos para optimizar las funciones fisiológicas y adaptarse a los
patrones de alimentación, actividad y sueño (Buxton et al. 2012).
Dados los posibles cambios
metabólicos adversos causados por el sueño corto y la alteración circadiana,
también es plausible que el sueño y los cambios circadianos con la edad puedan
contribuir al aumento de la incidencia de obesidad y diabetes en los ancianos.
Por lo tanto, podemos decir que la restricción prolongada del sueño con una
alteración circadiana, afecta la regulación de la glucosa y el metabolismo ((Buxton et al. 2012)).
Una ingesta durante el sueño
insuficiente es una adaptación fisiológica para aportar la energía necesaria
para mantener la vigilia adicional, pero cuando los alimentos son fácilmente
accesibles, la ingesta supera lo necesario. El aumento de peso se ve agravado
por el agotamiento físico de la pérdida de sueño, lo que conduce a una
reducción de la actividad física en el trabajo y en el hogar. También
encontramos que la transición de un horario de sueño insuficiente a uno adecuado,
disminuyó la ingesta de energía, especialmente de grasas y carbohidratos, y
condujo a una pérdida de peso. Estos hallazgos proporcionan evidencia de
que el sueño juega un papel clave en el metabolismo energético y es un gran
aliado a la hora de hacer dieta (Markwald et al. 2013). Y a nivel químico,
¿quién o quienes provocan todo esto? La leptina es una hormona derivada de los
adipocitos, es una de las principales implicadas, y es la encargada de dar la
señal para suprimir el apetito. En el bando contrario, la grelina producida por
el estómago, estimula el apetito. Otros mediadores del metabolismo que
pueden contribuir son la adiponectina y la insulina. La adiponectina es
secretada por los adipocitos y está asociada con la sensibilidad a la insulina.
La encargada de los ritmos biológicos es la melatonina que sincroniza al
organismo con el ciclo de luz y oscuridad. La alta
producción de melatonina se mantiene durante la fase oscura, siempre que no
haya luz en el ambiente. Ésta también influye en la secreción de leptina a
partir de los adipocitos, ya que muestran ritmos circadianos análogos. (Szewczyk-Golec, Woźniak, and Reiter 2015)((Taheri et al. 2004)
La leptina es la principal señal nutricional
periférica involucrada en la regulación de la ingesta de alimentos y el balance
energético. Durante el ayuno, los niveles de leptina circulante disminuyen
significativamente, activando los procesos que aumentan la ingesta de alimentos
y disminuyen el gasto de energía. En personas obesas se han visto grandes
cantidades de leptina (hiperleptinemia), provocando así una resistencia a la
misma, debido a la disminución de la respuesta celular a la hormona. Se supone
que la resistencia a la leptina es uno de los factores que inducen la
hipertrofia y la hiperplasia de los adipocitos, contribuyendo de este modo al
exceso de masa grasa. Se ha demostrado que la leptina, la melatonina y la
insulina activan las mismas vías de señalización intracelular, por lo que,
la melatonina puede imitar la acción de la leptina y la insulina ((Szewczyk-Golec, Woźniak, and Reiter 2015). Por otro
lado, los niveles de grelina, un potente estimulador del apetito, son más altos
en personas que tienen un sueño más corto. Los cambios en la leptina y la
grelina con la restricción del sueño podrían, por lo tanto, proporcionar un
poderoso estímulo dual a la ingesta de alimentos que puede culminar en la
obesidad ((Taheri et al. 2004)).
En otro estudio, La restricción del sueño causó
también una reducción en la secreción de insulina en una comida estandarizada,
dando lugar a una hiperglucemia. Este efecto puede llevar a un riesgo elevado
de diabetes en condiciones de exposición crónica a la deficiencia de sueño y la
alteración circadiana.
Como
conclusión decir que, la melatonina, la leptina, la adiponectina y la insulina
pueden actuar a través de vías de señalización concurrentes, interfiriendo
mutuamente con los efectos que inducen en el organismo. Los aspectos
cronobiológicos de estas relaciones son interesantes, ya que, se considera que
la cronodisrupción está relacionada con la obesidad ((Szewczyk-Golec, Woźniak, and Reiter 2015). Las
diferencias en la leptina y la grelina aumentan el apetito, explicando así, el
aumento del IMC con una duración corta del sueño. También se producen efectos
adversos por una incapacidad del páncreas para aumentar suficientemente la
secreción de insulina en relación a un aumento de la glucosa postprandial. (Taheri et al. 2004).
Autor: Mónica Calvo Alted
Buxton OM, Cain SW, O'Connor SP, et
al. Consecuencias metabólicas adversas en humanos de la restricción
prolongada del sueño combinada con la interrupción circadiana. Sci
Transl Med . 2012; 4 (129): 129ra43.
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Markwald RR, Melanson EL,
Smith MR, et al. Impacto de la falta de sueño en el gasto total diario de
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Taheri S, Lin L, Austin D,
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Zitting KM, Vujovic N, Yuan RK,
Isherwood CM, Medina JE, Wang W, Buxton OM, Williams JS, Czeisler CA, Duffy JF.
Human Resting Energy Expenditure Varies with Circadian Phase. Curr Biol 2018;
28 (22): 3685-90.
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