"NUTRICIÓN Y SALUD MENTAL: AHORA MÁS QUE NUNCA"

1. INTRODUCCIÓN.
            Si bien como nutricionistas y personas de a pie estamos acostumbrados a estudiar y dialogar sobre una multitud de patologías que conciernen al ser humano, cuando surgen aquellas relacionadas con la mente el tema se vuelve completamente tabú, censurado o desaprobado. Y es precisamente ahí donde se pierde el enfoque holístico que cualquier profesional sanitario ha de tener presente durante su práctica clínica.

Los trastornos mentales, neurológicos y de abuso de sustancias constituyen actualmente el mayor impacto de salud a nivel mundial1. Recientemente se ha estimado que este grupo de patologías representan el 13% de todas las enfermedades, lo que las sitúa por encima de otras como el cáncer o las enfermedades cerebrovasculares2,3. En la actualidad, más de 300 millones de personas padecen depresión, un aumento de más del 18% entre 2005 y 2015. Para 2020, se estima que entre 15 y 30 millones de personas intentarán suicidarse y aproximadamente 1’5 millones por año fallecerán a causas del suicidio4.

La importancia de la salud mental se justifica pues por su elevada prevalencia e incidencia, que crecen de manera constante y alarmante; por la comorbilidad asociada con otros grupos de enfermedades; por sus devastadores efectos en términos de calidad de vida; por su cronicidad y recurrencia así como por su elevado coste social1,3,4.


2. LA DIETA Y LA NUTRICIÓN COMO HERRAMIENTAS INDISPENSABLES.
Durante la pasada década, ha habido un incremento constante de los estudios epidemiológicos que investigaban la relación entre los patrones dietéticos y la salud mental.

En uno de ellos, aparece el término psiquiatría nutricional5, el cual comprende un novedoso e interesante campo de investigación que emerge rápidamente y puede proporcionar una respuesta eficaz de prevención y tratamiento para la morbimortalidad asociada a este grupo de enfermedades. Este artículo de revisión nos pone en evidencia el rol que puede ejercer la dieta como medida preventiva para el desarrollo de patologías mentales. Para ello, se basa en una serie de estudios observacionales que identificaron una mayor incidencia de ansiedad y depresión en aquellas poblaciones que consumían una dieta alta en alimentos procesados, en contraposición a la dieta mediterránea que se presenta como un factor protector5,6. Asimismo, se exponen los riesgos que suponen la no adopción de patrones dietéticos saludables, haciendo énfasis en las comorbilidades asociadas a los desórdenes mentales, del que la obesidad es el mayor exponente.
            
         En el año 2010 en Australia, se llevó a cabo un estudio con un diseño cross sectional6 en una población de 1046 mujeres de entre 20 y 93 años con el objetivo de identificar si existen factores dietéticos que pudieran influir en el proceso biológico del desarrollo de ansiedad y depresión. En cuanto a sus resultados, después de ajustar la odds ratio por todas las covariables, se observó que un patrón dietético caracterizado por el consumo de verduras, fruta, carne, pescado y granos enteros se presentaba como un factor protector para el desarrollo de ansiedad, distimia y trastorno depresivo mayor. En su antítesis, una dieta tipo “occidental” basada en alimentos procesados, fritos, granos refinados, productos azucarados y cerveza se correlacionaba con unos valores más altos en el cuestionario GHQ-12, el cual valora los síntomas psicológicos de las patologías mentales.

Puesto que, en un gran porcentaje de casos, las enfermedades mentales presentan comorbilidad con la obesidad, en una cohorte prospectiva de 27 años de duración7, se demostró que la presencia de obesidad en edad mediana duplicaba el riesgo de padecer demencia en edades posteriores. Los sujetos que presentan obesidad en la edad mediana tenían un hazard ratio de1.74 (IC 95%1.34 a 2.26) para el desarrollo de demencia en edad adulta en esta población y con independencia del resto de covariables.

En los últimos años están surgiendo estudios experimentales tratando de evaluar si existen alimentos que puedan ayudar a los pacientes con trastorno depresivo mayor en el curso de su enfermedad.

Se sabe que los pacientes con depresión tienen una alteración de la microbiota intestinal y, teniendo en cuenta esta hipótesis de partida, un grupo de investigadores realizó un ensayo clínico aleatorizado mediante la administración de una cápsula compuesta por 3 cepas de elementos probióticos al grupo experimental. Después de 8 semanas de intervención, los pacientes que recibieron los suplementos probióticos habían disminuido significativamente (p<0’001) su puntuación en el índice de depresión de Beck (cuestionario validado para valorar los síntomas del trastorno depresivo mayor) en comparación con el grupo control que recibió un placebo.


3. CONCLUSIONES Y PERSPECTIVAS.
Antes de arrojar cualquier conclusión en este ámbito, hemos de ser cautelosos. Si bien los estudios analizados en esta entrada han demostrado una buena ejecución de su metodología, dotándoles de validez interna y llegando a resultados exhaustivos, a nivel cronológico nos encontramos en la era de la “caja negra” en epidemiología, por lo que se precisan de más proyectos a nivel mundial para poder extrapolar los resultados a la mayor población posible. En cualquier caso:
 Los Dietistas-Nutricionistas necesitan ser guiados por investigaciones que fomenten el más alto nivel de nutrición y atención a la salud mental.
 Se precisan de otros enfoques de investigación descentrados únicamente del abordaje farmacológico de estas enfermedades y atendiendo a movimientos como la antipsiquiatría.
 Los desafíos en la investigación sobre nutrición y salud mental incluyen la realización de investigaciones oportunas y pertinentes con una delineación explícita de los resultados para que pueden ser efectivamente ejecutados a la práctica y la política directas.


 BIBLIOGRAFÍA
1. World Health Organization (2012) Dementia: A Public Health Priority. World Health Organization.
2. Vigo D, Thornicroft G, Atun R. Estimating the true global burden of mental illness. Lancet Psychiatry 2016; 3: 171–78.
3. World Health Organization (2014) Global Status Report on Alcohol and Health 2014. World Health Organization.
4. Bertolote JM, Fleischmann A. A global perspective in the epidemiology of suicide. Suicidologi. 7. 10.5617.
 5. Owen L, Corfe B. The role of diet and nutrition on mental health and wellbeing. Proceedings of the Nutrition Society. 2017; 76, 425–426.
6. Jacka FN, Pasco JA, Mykletun A, Williams LJ, Hodge AM, O’Reilly SL, Nicholson GC, Kotowicz MA, Berk M: Association between western and traditional diets and depression and anxiety in women. Am J Psychiatry 2010, 167:305-311.
7. Whitmer RA, Gunderson EP, Barrett-Connor E Et al. Obesity in middle age and future risk of dementia: a 27- year longitudinal population based study. 2012. BMJ 330, 1360. Disponible en: https://www.bmj.com/content/330/7504/1360.long
8. Akkasheh G Et al. Clinical and metabolic response to probiotic administration in patients with major depressive disorder: a randomized, double-blind, placebo-controlled trial. Nutrition 2016; 32, 315-320.


AUTORES
Jacobo Manzanera Pelegrín
Carlos Javier Pozo Navas



Comentarios

  1. Buen artículo, aunque todo con una copita de vino entra y sabe mejor, siempre y cuando sea de la d.o. montilla-moriles

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  2. Muy bien chicos ,muy documentado y buenae interesante información.

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  3. Muy buena e interesante informacion.

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